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Después de tanto tiempo, después de olvidar, recordar, después de llorar y sonreir, después de todo aquello me paro a pensar.
Y pienso, pienso en esta vida... en los errores que cometemos y en los que vendrán, pienso en que algunas personas se van, por completo de tu vida... otras se quedan. Pienso en que a veces puedes olvidar, pero su recuerdo se quedará siempre guardado en un rinconcito de tu corazón.
Hay personas que no se olvidan, nunca... aunque un cáncer y la muerte te separe de ella, y hay otras que simplemente se van por su propio pié. A veces creo que a algunas personas deberían dejarles elegir, darles una segunda oportunidad por el sencillo motivo de que no se lo merecen. Os diré la verdad... nadie se merece el dolor de una enfermedad terminal, nadie. Ni el que la ha a sufrido y ha acabado prematuramente sus días, ni los que le acompañamos con los sentimientos, lo que le vimos como su sonrisa se apagaba poco a poco, sin poder hacer nada.
Después hay otro tipo, la gente que se va porque quieren. Esta gente debería pensarse dos veces las cosas, aunque también es cierto que hay gente que sale, pero otros que entran.. pero para qué mentir, yo creo que de la mía han salido todos, pero nadie se atreve a volver a entrar. Gente que no se da cuenta de que realmente das la vidas por ellos, de que el pedacito de recuerdos que tienes junto a ellos está hay, que no se marcha, que no se quiere marchar.
Yo me acuerdo constantemente de la gente que se va, aunque me digan que por eso pierdo a los que ahora están conmigo, porque creo que los que ahora están, también acabarán por irse algún día. O tal vez no.
Tal vez esto solo sean paranoias de alguien amargada, que necesita que le de un poco el aire. Quien sabe.

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